Alhaurín de la Torre es una localidad de origen “ibérico” denominada “Lauro”, nombre que podría traducirse como “poblado con agua” debido a los numerosos manantiales emplazados por esta zona.

Desde Alhaurín se divisa el puerto malagueño. Málaga fué fundada por los navegantes fenicios en el primer milenio A.C. siendo, por ello, una de las ciudades más antiguas de Occidente.

Indígenas y foráneos compartieron la comarca de Málaga desde el año 800 A.C. propiciando con gran éxito una intensa relación de contactos económicos y socio-culturales que están en el origen remoto del mundo Occidental y de la actual «globalización».

Auletrix «tañedora de flauta», Relieve iberico de Osuna (Sevilla). S. I a de C. Museo Arqueológico Nacional (Madrid) .

Mosaico «Del nacimiento de Venus» encontrado en Cártama (Málaga) en 1955. Esta localidad está situada a 5 kilómetros de Alhaurín de la Torre.

La explotación de los terrenos de esta finca, según los más antiguos restos arqueológicos aquí localizados, remontaría como muy tarde al siglo II a de C, comienzo de la implantación romana en Hispania. Roma unificó y potenció el mercado mediterráneo.

Tras el agotamiento y desaparición del Imperio Romano de Occidente, Vándalos, Bizantinos y Visigodos detentaron el control político de los territorios malagueños hasta la invasión islámica de Hispania que, a la larga, determinó una radical transformación socio-cultural de sus habitantes que implicaba la ruptura religiosa de amplio alcance.

Entre el siglo VIII y el siglo XII la población local del Valle del Guadalhoce y Sierras de Málaga, en gran mayoría cristianos «mozárabes», fueron regidos por una élite militar musulmana que procuraba convertirlos al Islam, provocando graves revueltas. Entre los siglos XIII y XV Málaga fué el puerto y centro económico más importante del reino nazarí de Granada.

Alcazaba de Málaga, dependencias nobles (Siglos XI-XIV).

Tras la conquista de Málaga en 1487 los Reyes Católicos cedieron los terrenos, donde se sitúa la Hacienda del Cura, a la Orden de los Monjes Mínimos de San Francisco de Paula del Santuario de la Victoria de Málaga, que fundaron el «Convento de la Fuensanta” en orilla izquierda del “Arroyo de la cura”. 

Este curso fluvial se denominó así por la supuesta calidad “curativa” de sus aguas y con el tiempo acabó dando nombre a las tierras agrícolas situadas en su orilla derecha.

J. De Morales en 1619, relata una romería que se celebraba en honor a la Virgen de la Fuensanta en este lugar, llevándose a cabo baños rituales que se hacían «desde época de los moros”. Sin duda un inmemorial culto pagano a las aguas, relacionado con la fecundidad, que persistió a lo largo de los siglos. Pasaje evocador en el contexto de la idoneidad de este lugar para «celebraciones» que sin duda se pueden encuadrar en una tradición milenaria.

Aspecto parcial de las Ruinas del Convento de la Fuensanta (Siglo XVI, Alhaurín de la Torre, Málaga).

Tras sucesivas desamortizaciones del siglo XIX contra las propiedades eclesiásticas, estas tierras pasaron a manos de la cosmopolita y muy emprendedora burguesía malagueña, que entonces consiguió hacer de Málaga una de las ciudades más florecientes del país, gracias al auge portuario e industrial de la localidad y a las excelencias agrícolas del campo malagueño

Málaga, gracias sin duda a su potente burguesía, fue ciudad precursora de la industria siderúrgica española para intentar aprovechar la abundancia de mineral de hierro en la zona. Sin embargo la escasez de carbón mineral en el entorno, combustible que se requería en grandes cantidades para alimentar los Altos Hornos, aconsejaron su definitivo traslado a otras localidades de la Cornisa Cantábrica.

Postales de la costa del sol entre los años 30 y 70 del pasado siglo XX.

A comienzos del siglo XX, la ciudad de Málaga y especialmente su típico barrio pesquero y residencial de Torremolinos, inventaron el turismo español «de sol y playa» que desde mediados del siglo XX generaría importantes recursos económicos al país, hasta la actualidad.

La Hacienda del Cura es resultado de la prosperidad del solar malagueño a lo largo de los siglos, gracias a la bondad de su clima, singularidad de su flora, excelencia de sus productos agrícolas, combinados con la laboriosidad, hospitalidad y alegría de vivir de sus gentes amistosas, abiertas a todo tipo de influjos y relaciones cosmopolitas.

Por todo ello la «Hacienda del Cura» resulta ser un espacio que parece especialmente predestinado para facilitar el éxito de «sus Celebraciones» y de «sus Eventos». Esperamos que sepan aprovecharlo.